Orígenes
Aunque el emplazamiento está ocupado desde la prehistoria, las primeras referencias a Alcalá como población se remontan a finales del siglo XV cuando tras la toma cristiana de Setenil de las Bodegas en 1484, una parte de la población musulmana decide permanecer bajo dominio cristiano, solicitando el permiso a los Reyes Católicos para fundar una nueva localidad en la que mantendrían su religión, estilo de vida y costumbres.
Aceptada su propuesta, veinticinco familias setenileñas musulmanas se establecieron en el lugar llamado El Castillón, donde parece que había existido un antiguo fuerte. El nuevo asentamiento, en el que comenzaron a construir defensas aprovechando la altitud del terreno, fue pronto conocido como Alcalá (o Al-Kalat, que en árabe significa "El castillo").
Su estratégica posición y los trabajos de defensa produjeron un fortalecimiento del enclave que provocó enseguida los recelos de los cristianos, que haciendo valer su posición predominante con respecto de la minoría mudéjar, obligaron a la pequeña comunidad de Alcalá a demoler sus construcciones y trasladarse al valle junto a unos ricos manantiales luego denominados Fuente Grande y Pedro Ibáñez, donde edificaron un nuevo núcleo.
La nueva Alcalá (denominada Alcalá de Setenil) recibiría un término municipal de un cuarto de legua a su alrededor, así como unos arbitrios compuestos por la quinta parte del producto de los montes de Setenil, del que dependía. Estos arbitrios, conocidos como Quinto de Alcalá, eran recibidos por sus vecinos en un acto simbólico de vasallaje, situación que cambiaría tras la conversión de su población al cristianismo y posterior conversión del quinto en terrenos de los montes.
[editar] De la Edad Moderna a la actualidad
La Real Chancillería de Granada devolvió la jurisdicción a Alcalá del Valle en 1763, después de dos siglos de dominio señorial.
En 1559, ante la necesidad de hacer frente a los gastos de guerra heredados por Felipe II, la Corona pone en venta algunos pueblos y tierras con sus vecinos, entre los que se encontraba Alcalá, que fue adquirida por Hernando Valdés, Arzobispo de Sevilla e Inquisidor general. Pagó por la adquisición 1.573.000 maravedíes. Sin embargo, Valdés sólo conservaría la titularidad del señorío por un año, vendiéndolo entonces a Diego Bernuy, regidor de Burgos, que recibiría el título de Mariscal de Alcalá.
La villa se mantendría bajo la jurisdicción señorial de los Bernuy, luego marqueses de Benamejí, hasta finales del siglo XVIII, con el término del sistema señorial. Los habitantes comienzan una batalla legal para la recuperación del territorio, ejerciendo su derecho de tanteo. Con este fin, se dirigieron en 1763, a la Real Chancillería de Granada, ante la que denunciaron la constante violación de sus derechos por parte de los señores de la villa. El tribunal granadino daría la razón a la alcalareños, que pudieron separarse del señorío de Benamejí tras el pago de una suma equivalente a la pagada en el momento de la compra. En total, 47.360 reales a los marqueses de Benamejí y 11.000 por quedar al amparo de la Corona, pese a lo cual se celebró por parte de los vecinos, con gran júbilo, la recuperación de su jurisdicción. El rescate de sus derechos no resolvió por completo la situación del pueblo, que sufrió problemas similares a los de otros municipios de la Andalucía rural, donde la permanencia de un régimen latifundista de propiedad originaría una creciente conflictividad campesina a lo largo de los siglos XIX y XX.
Tras pasar por diferentes denominaciones desde su fundación como Alcalá de Setenil y de Ronda, se fija el nombre de Alcalá del Valle en 1770. La localidad formó parte durante la Edad Moderna del Reino de Granada y, en su división menor, a lo que ahora es provincia de Málaga, pasando Alcalá del Valle a pertenecer a la provincia gaditana en 1834.
[editar] Los sucesos de 1903
La falta de información concerniente a la Edad Moderna se puede explicar a raíz de los denominados Sucesos de 1903, debido a que fueron incendiados los archivos del Ayuntamiento y los papeles del Juzgado. Sólo quedó el archivo parroquial, siendo el libro más antiguo el de Registros de Nacimientos, que data de 1546.
El 1 de agosto de 1903, la masa jornalera de Alcalá del Valle respondió de huelga general convocada por la Federación Regional Española de Sociedades de Resistencia, en apoyo a todos los presos españoles condenados por razones sociales. Un grupo de quinientos o seiscientos obreros y campesinos se concentró en las afueras del pueblo, en el lugar conocido como Puente Palo, acompañado de mujeres y niños. En un momento de la concentración, los obreros mantuvieron un enfrentamiento con la Guardia Civil, resultando muerto un joven de 15 años conocido como "El Pelúo". Tras esto, la revuelta se recrudeció, incendiándose los archivos del Ayuntamiento y el Juzgado Municipal. Con la llegada de nuevos efectivos policiales y fuerzas militares se volvió al orden dentro de un clima de tensión, siendo detenidos más de cien alcalareños, que en su mayoría fueron trasladados a la cárcel de Ronda.
Los malos tratos y torturas sufridos por los jornaleros detenidos saltaron rápidamente a los medios de comunicación, ocupando primeras planas de los principales periódicos anarquistas y republicanos. El presidente del gobierno Antonio Maura sufrió un atentado fallido en Barcelona el 12 de abril de 1904 de manos de un joven anarquista que pretendía vengar a los presos de Alcalá del Valle.
La repulsa del movimiento obrero internacional fue unánime y siguió con atención el desarrollo de los hechos relacionados con estos presos y exigió su puesta en libertad inmediata. En 1909, el pedagogo anarquista Francisco Ferrer Guardia comenzó una campaña exigiendo la libertad inmediata de los seis presos que aún sufrían condena. El 24 de junio de ese mismo año recibieron el indulto cinco de esos presos, mientras que el sexto había fallecido poco tiempo antes en prisión.
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